¡Corre!

Quiero correr con la música como destino
ver la magia intrínseca de la vida en mi camino
corres hasta perder la consciencia
pero siempre recorriendo la pendiente en subida.

La vida se evapora como un solvente
y puede acabar tan súbitamente como llega
la muerte siempre implica un ciclo
produciendo en alguna forma alegría
a través de las esporas que nunca llegarían
si el organismo se perpetuara aquí y ahora.

Se ha pasado la hora en la que confundo el espacio
quiero aprender de la flora a escribir despacio
en el jardín opiáceo me hundo en las drogas
mientras tu te encierras en la tv y comienza a arder tu palacio.

Voy a permanecer en una pieza
fumando el atardecer en tu ausencia
contemplando el sol perecer, sumido en la inconsciencia
escribo en alcohol del éter de mi esencia

Nos hemos vuelto cómodamente insensibles
a la muerte del niño atento al momento
en que papá cambiaba los fusibles
y el cemento cayó por el guiño de Calderón
al jefe de estado violento,
nuestro vecino somnoliento consumidor de opio
que ejecuta un soliloquio que nos trae plomo en el viento
mientras continúas embelesado por la televisión del estado
ignorando el lomo quemado del indígena olvidado.

Será mejor que te enjuagues los sueños del cuerpo
que cortes los leños de tus sentimientos,
es hora de que calles el eterno sufrimiento
con amigos superficiales y vueltas en el centro.

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